No siempre un galerista navega a favor de la corriente. Víctor Saavedra ha circulado en dirección contraria. Y no porque buscara bronca, sino porque su código de circulación tiene una normativa diferente.

Saavedra nació en Chile en 1953, en la ciudad de Curicó. De su infancia recuerda un hecho capital que influyó en su estimación por el arte: la visita a la exposición De Cézanne a Miró.“Me quedé fascinado por las obras de Dalí, Picasso, Miró… Fue muy intuitivo, pero me di cuenta que en el mundo del arte había algo que permitía vivir de una manera especial.”

Hacerse un hueco en el arte fuera de casa

Llegó a España el 1973, con 19 años y con la voluntad de abrirse camino como artista. Se encontró un país “duro, pero la gente me trató con mucha humanidad”. Y añade con un cierto sarcasmo: “Está claro que entonces no había tantos sudamericanos.” Artísticamente, el contexto era el de una España muy marcada por la abstracción informalista, con una cierta displicencia por la pintura figurativa. A pesar de que nunca ha renegado de la buena pintura sin más, la defensa de sus principios artísticos lo ha convertido en un lobo solitario en el panorama del galerismo de Barcelona.

Después de exponer por primera vez, en 1974, en Sitges, aterrizó en Calafell, donde participó de un proyecto de ocio de copas en que también se organizaban pequeñas exposiciones. El espacio se llamaba Fomento Arte, nombre pensado por un vecino insigne de la villa: Carlos Barral. El gusano del galerismo empezó a tomar firmeza para sus adentros y en 1989 creó, también en Calafell, la galería Sio, donde colgó cuadros de Plensa, Broto, Víctor Mira, Viladecans y Enric Font. A principios de los años noventa ocupó el cargo de director de la colección de la galerista y empresaria francesa Denis Levy. Abrió sala en la calle Aribau de Barcelona. En la galería Denis Levy fue donde dio gas para emprender el camino que ha ido recorriendo en estos últimos años, en la sala Víctor Saavedra, de la calle Enric Granados de Barcelona.

La identidad de Saavedra como galerista se encuentra en un tipo de pintura que reivindica su papel en el mundo actual. Muy evocadora y metafísica. Una pintura contradictoria, porque teniendo una base sólida se siendo huérfano y necesita ser estimada y también halagada. Una pintura presumida, pero que se puede desnudar para mostrar desnudas sus esencias.