El cine latinoamericano está obteniendo, después de tanto tiempo, el reconocimiento que siempre ha merecido. Salvo ciertas excepciones, antes de los años 2000 el mundo del cine apenas prestaba atención a lo que se hacía en la región. Algunos directores argentinos y brasileños habían conseguido sobresalir. En México, por el contrario, los cineastas sí tenían más fácil pasar al otro lado de la frontera y llegar aHollywood. Sin embargo, quedarse en Chile, Uruguay o Perú a rodar películas era casi una utopía. Los medios no estaban a la altura, y aunque había mucho talento, siempre terminaba marchándose a algún lugar donde pudiera vivir de ello. Por eso, la industria cinematográfica sudamericana ha tardado tanto tiempo en arrancar. Eso sí, cuando lo ha hecho ha fascinado al mundo entero. Ante el conservadurismo y los remakes de Hollywood, el verdadero cinéfilo ha buscado buenas historias en la periferia. Y desde luego que las ha encontrado. Argentina, Chile o Brasil han logrado llevarse premios internacionales, incluso algún Oscar a Mejor Película en Habla No Inglesa.

El nivel audiovisual en estos países está evolucionando muchísimo en estos últimos tiempos. Eso, unido al talento ya existente en guionistas, directores y actores, ha permitido que el cine vuelva a resurgir y llegue mucho más lejos. En un mundo globalizado como este, las películas latinoamericanas pueden verse en todo el mundo gracias a las plataformas de streaming. Se hace más contenido, y mucho más variado que hace tan solo unos años, y eso favorece también las oportunidades a nuevos cineastas. Chile está siendo, de hecho, uno de los países más aventajados en este sentido, al tener a grandes talentos trabajando para su industria. El éxito de Una Mujer Fantástica en 2017 fue la guinda en un pastel que todavía da muchas alegrías a los cineastas chilenos. Aquella película también ayudó a relanzar varios proyectos de todo género, especialmente comedia. Es el tipo de producciones que mejor resultado suelen dar en taquilla, por su rentabilidad y su popularidad. Por eso hoy queremos hablar de la película Swing, una comedia que trata sobre temas controvertidos y polémicos, como los intercambios de pareja.  

Una producción de 2018

Swing es una película de 2018, dirigida por Lucho Smok. Es la ópera prima del director chileno, que previamente había participado como productor en otros proyectos como Medusa. La película fue producida por Grita Medios, una joven empresa audiovisual chilena que buscaba proyectos interesantes para llevarlos al cine. El guión también es del propio Smok, siendo una historia cien por cien original.

En tono de comedia, el cineasta buscaba tratar temas muy controvertidos, como la pareja, el sexo, el intercambio, el deseo o la amistad. Un cóctel que, a través del prisma de la risa, se hace mucho más liviano, a pesar de la profundidad real de lo que cuenta. La película se estrenó en los cines chilenos en abril de 2018, llegando también a las salas mexicanas a finales de ese mismo año.  

El intercambio de parejas en tono de comedia

El tema del intercambio de parejas ha sido tratado ya en numerosas ocasiones en películas comerciales. Hasta hace no tanto, esta práctica era, sin embargo, un gran tabú. La sociedad actual sigue pensando, de forma mayoritaria, que la monogamia es el estado natural para dos personas que se aman. Que una pareja no puede abrirse o intercambiarse con otra porque eso daría lugar a muchos problemas y malentendidos. Si además el intercambio es con amigos, la cosa se puede llegar a complicar demasiado. Esa es precisamente la premisa de Swing, la de dos parejas de amigos que, por azares del destino, terminan viviendo juntos y pasando  una noche de pasión al intercambiarse las parejas. Una fantasía que parece muy excitante en nuestra mente, pero que también puede acarrear consecuencias.

Dolores y Gustavo son una pareja estable y feliz, que dan cobijo en su casa a Pedro y Camila, sus mejores amigos. Ellos están pasando por una crisis económica y también problemas sentimentales, por lo que necesitan cierta ayuda de sus amigos. Al mudarse todo va como la seda hasta que una noche, entre el vino y la confianza, deciden hablar de sexo. Descubren que tienen la fantasía común de acostarse con la pareja del otro, y terminan dejándose llevar por la pasión. Lo que parece un simple polvo termina convirtiéndose en un punto de inflexión para ambas parejas. Sobre todo, cuando Dolores descubre que se ha quedado embarazada, pero no sabe si el padre es su esposo Gustavo o su amigo Pedro. La convivencia se hará mucho más complicada desde ese momento, pero los amigos tendrán que esforzarse por superar sus diferencias por el bien de las relaciones.  

Sus protagonistas

La película está protagonizada por cuatro populares actores chilenos. Del lado de los chicos tenemos a Héctor Morales en el papel de Gustavo, un actor que ha tenido mucha experiencia ya en televisión, aunque esta era su primera película. Tiago Correa, que interpreta a Pedro, ha conseguido posteriormente una carrera más internacional con producciones como La Casa de las Flores o La Reina del Sur.

En cuanto a las chicas, la intérprete Elisa Zulueta se mete en la piel de Dolores, mientras que Camila está interpretada por Daniela Ramírez, reconocida por dar vida a Isabel Allende en la miniserie sobre la escritora en 2021. Aunque hay más personajes secundarios, el gran peso de la película recae en estas dos parejas, que tienen una gran química y saben cómo trasladar al espectador tanto la vis cómica como la incomodidad de la situación que están viviendo.  

El morbo de ser swinger

En una sociedad principalmente monógama como la nuestra, lo del intercambio de parejas siempre ha sido considerado como algo prohibido e incluso depravado. ¿Quién iba a querer ver a su pareja con otra persona, por más que tuviera la oportunidad de estar también con alguien más? La monogamia aporta estabilidad, pero también puede llegar a ser bastante opresiva, especialmente en el terreno sexual. El hecho de tener una pareja para poder cuidar a nuestra familia de una manera responsable no significa que nuestra libido se apague con el resto del mundo. De hecho, cada vez son más las parejas monógamas que se rompen por infidelidades de uno u otro.

Y es que el deseo puede llegar a ser más fuerte incluso que nuestra promesa de fidelidad. Las cosas no son blancas o negras, y al final uno entiende que el placer sexual puede ir aparte del propio sentimiento, del cariño o del amor. Por eso, acostarnos con una persona no tiene por qué ser algo más que un buen rato de diversión. Los intercambios de pareja se basan en esa premisa, la de permitirnos estar con otras personas en la cama, pero luego volver con nuestra pareja, que es a quien queremos. Cada vez son más los que se apuntan a esta moda swinger y terminan teniendo experiencias increíbles, reforzando sus propias relaciones incluso. Pero hay que estar preparado y saber muy bien lo que se hace, porque como en la película Swing, las cosas pueden complicarse rápidamente.